Desde el tiempo de San Martin (397), la Iglesia Católica ha crecido en las partes rurales del mundo mandando monjes religiosos o frailes, usualmente de una orden misionera como los Franciscanos para establecer comunidades y empezar a introducir la fe Cristiana a los paganos (un término que significa personas que viven en el bosque). De vez en cuando esas misiones se convierten en diócesis, después que la Iglesia ya estaba bien establecida en esa parte nueva del mundo.